sábado, 24 de julio de 2010

La importancia de estar en sincronía con uno mismo.



Hoy vamos a comenzar el programa con "Lo que uno posee". Una reflexión que nos enseña la importancia de estar bien con uno mismo porque indefectiblemente cuando nos sentimos satisfechos con lo que somos… Cuando estamos tranquilos con lo logrado no hay nada que pueda hacer deslucir nuestra esencia… Nada que nos pueda perjudicar ni cambiar el ánimo… Ni tampoco que nos desvíe del camino elegido… Aunque existan actitudes ajenas que quieran hacernos perder el rumbo…


Es cierto que hay palabras, gestos, actitudes que nos pueden engrandecer o nos pueden menguar… Pero también es cierto que los efectos que pueden generar en mi persona las conductas de otros dependen exclusivamente de mí y de la manera en que me siento… Obedece a si estoy en sincronía conmigo mismo… y si me siento bien en cuerpo y alma…


Porque la vida es tan simple o tan complicada según la vemos y pensamos… Por eso, siempre es importante “educar” nuestra mirada para que el sendero que nos toca transitar, esté lleno de flores… Para que podamos respirar y sugestionar el maravilloso perfume de las rosas…



Que mas allá de las espinas que nos puedan causar dolor, nos dejan el aroma de lo simple y original… donde la humildad es amiga de la belleza y nos abre nuevas vías para que recorramos el camino con la grandeza y la fortuna de los que tienen un corazón gigante, repleto de amor para entregar sin condiciones ni exigencias…


Ciertamente, como lo enuncia la frase: “No puedo controlar los actos de los demás pero sí puedo controlar los míos”, así que, si por alguna razón evidencias que la envidia, el desprecio, la humillación o el descrédito se quieren reir en tu cara, respóndeles con tú mejor sonrisa llena de amor y gratitud, porque como dice esta historia “cada uno da lo que posee”…


Esfuérzate por ser cada vez mejor, para que lejos de las miserias humanas, tu vida esté siempre llena de rosas.

Lo que uno posee.

Una persona perversa resuelve hacer un presente a una persona pobre por su aniversario e irónicamente manda preparar una bandeja llena de basura y desperdicios.
En presencia de todos, manda entregar el presente, que es recibido con alegría por el agasajado.
Gentilmente, el agasajado agradece y pide que lo espere un instante, ya que le gustaría poder retribuir la gentileza.
Tira la basura, lava la bandeja, la cubre de flores, y la devuelve con un papel, donde dice:"Cada uno da lo que posee."
Así que, no se entristezca con la actitud de algunas personas; no pierda su serenidad.La rabia hace mal a la salud, el rencor daña el hígado y la cólera envenena el corazón.
Domine sus reacciones emotivas.Sea dueño de si mismo.No arroje leña en el fuego de su aborrecimiento.
No pierda su calma.Piense antes de hablar y no ceda a su impulsividad.
"Guardar resentimientos es como tomar veneno".

sábado, 17 de julio de 2010

La luz de la esperanza.



Hoy vamos a comenzar nuestro programa con la breve historia titulada ”La esperanza de una vela” porque así como lo dice esta reflexión en nuestro corazón estas velas también a veces suelen apagarse producto de las circunstancias que nos van sucediendo… Incluso si somos realistas hay instantes en donde sentimos que también a la esperanza la hemos perdido de tan desanimados que solemos estar.

Porque, resulta ser que un día nos enojamos tanto por algunas cosas que nos pasan suponiendo que no somos merecedores de vivirlas que comienzan a apagarse estas velas que alumbraron nuestro camino.

Entonces, mientras esas velas se van apagando simultáneamente vamos sepultando esos sueños que abrazábamos con tanto amor y cariño, esos anhelos que nos permitían seguir adelante con una mirada auspiciosa de lo que podría ser una realidad…

Y empezamos a sentirnos en un estado de soledad profunda que nos suele conducir a la tristeza y luego a la amargura hasta que si no encontramos la manera de volver a encenderlas llegamos a perder el sentido de para qué estamos en este mundo. Y nos abundan las preguntas mientras que son escasas las respuestas. Y nos sentimos desdichados e incomprendidos. Y entramos en el terreno de la zozobra y el olvido.

Pero, si de repente nos proponemos volver a creer, si de golpe nos formulamos volver a empezar con la convicción de que todo puede mejorar habremos encendido la vela de la esperanza que nos evidencia que no existen imposibles, que no hay sueño que no este a nuestro alcance…
Y será el momento para arrancar de nuevo, será la oportunidad de retomar el vuelo aunque cueste empezar otra vez desde el principio, aunque signifique un gran esfuerzo tener que iniciar una vez más desde cero.

Es cierto, que a veces no es fácil encender la vela de la esperanza… Sin embargo, siempre hay alguien que, de alguna manera, se cruza en nuestro camino con la intención de prender esa llama que nos devuelve la confianza, que nos renueva la ilusión y nos convoca a creer nuevamente.
Y si así sucede… Por qué negarnos a volver a creer… Por qué negarnos a volver a empezar… Si desde siempre nos han enseñado que la vida, está llena de ciclos que empiezan y terminan, llena de etapas, que nacen y mueren, que tienen principio y final…

Por eso, la pregunta es por qué no volver a intentar… Comenzando por la simple pero a veces ardua tarea de encender la vela de la esperanza que llena a nuestra vida de sentido, que nos permite recuperar esos sueños perdidos o construirnos otros nuevos… Que nos envuelve de ilusiones el alma dándonos fuerzas para salir adelante y continuar el viaje… sin olvidar que la vida está llena de logros y conquistas porque como dice el antiguo refrán el único fracaso es nunca intentarlo…

La esperanza de una vela.


Cuatro Velas se estaban consumiendo tranquilamente.

El ambiente estaba tan silencioso que se podía oir el diálogo entre ellas.
La primera dice:

¡Yo Soy la Paz!

A pesar de mi Luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dice:

¡Yo me llamo Fe!

Infelizmente soy superflua para las personas.

Porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.

Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y esta se apagó.

En voz baja y triste la tercera vela se manifestó:

¡Yo Soy el Amor!

No tengo mas fuerzas que quemar.

Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquéllos que están a su alrededor.

Y también se apagó.

De repente entró una niña y vió las tres velas apagadas…

¿Qué es esto?

Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final.

Entonces la cuarta vela, hablo:

No tengas miedo niña, en cuanto yo esté encendida, podemos encender las otras velas.

Entonces la niña tomó la vela de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.


¡Que la vela de la Esperanza nunca se apague dentro de nosotros!

sábado, 10 de julio de 2010

La vida es según cómo la miramos.



Hoy vamos a comenzar el programa con El Hacedor de lluvia porque pienso que en la vida, al igual que en esta historia, cada vez que abrimos nuestro corazón con sinceridad y con optimismo simultáneamente estamos otorgando nuevas posibilidades de que nuestros sueños se hagan realidad de una manera más simple y sencilla, porque si dejamos que las cosas fluyan sin forjarlas tanto seguramente llegarán en el tiempo correcto, en el tiempo justo. Indudablemente, arribaran a nosotros en el mejor momento… Cuando realmente podamos disfrutarlas, cuando estemos preparados para vivir esas experiencias plenamente…
A veces nos preocupamos y nos ocupamos tanto de lo que no tenemos y nos gustaría tener, de lo que aún no somos y nos gustaría ser, de lo que logran los otros y no está dentro de nuestras posibilidades… Que dejamos que todo esto, que hoy somos y tenemos, pierda su valor por la estúpida razón de estar mirando para otro lado… Por no poner nuestra mirada donde tiene que estar…
Y así, nos olvidamos que cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día de vida es un milagro que podemos transformarlo en mágico poniendo el acento en todas las cosas buenas y escribiendo anécdotas maravillosas, sorprendentes que conviertan a nuestra existencia en una experiencia digna de disfrutar…
Porque suele pasar que, en esta facultad de elegir que tenemos, es frecuente optar por desperdiciarlo todo… Lamentándonos, quejándonos, victimizándonos, comparándonos, o sintiéndonos inferiores… insuficientes, aunque más no sea sin darnos cuenta…
Sin embargo, si nos ponemos firmes, si en este preciso momento nos decidimos por reflexionar profundamente sobre “cómo quiero a la vida” y “cómo la quiero vivir” estaremos abriendo otros caminos, estaremos dando lugar a otras posibilidades… Como por ejemplo, darnos cuenta, de una vez y para siempre, de que la vida es según cómo la miramos… Según como nos predispongamos a vivirla… Según cómo y desde qué vereda nos propongamos protagonizarla…
Y si es así de fácil… Y si es así de sencillo… Entonces… ¿Por qué hacer que todo sea tan difícil? ¿Por qué hacer que todo sea tan complicado?
Recuerda que como dice la antigua frase “El mundo está lleno de alegrías. El arte consiste en saber distinguirlas”…
Es por ello, que en el programa de hoy la propuesta es encender la luz del alma para abrir los ojos del corazón, de manera tal, que podamos distinguir todas las virtudes que forman parte de nuestro ser… Valorando todo los sucesos que forman parte de nuestro pasado que nos permitieron ser lo que somos hoy, alegrándonos por este presente que es tan maravilloso como el milagro de la vida, que si logra ser iluminado por la claridad del sentimiento indudablemente nos deparará un futuro lleno de dicha…
No olvides que: “la felicidad verdadera es tan sencilla que la mayoría de la gente no repara en ella. Es hija de lo más humilde, tranquilo y modesto que existe”… Por eso, no forjes los hechos deja que ellos fluyan y lleguen cuando tengan que llegar… Y no te quejes tanto porque en definitiva: "La felicidad te mantiene agradable... Los intentos te mantienen fuerte... Los sufrimientos te mantienen humano... Las derrotas te mantienen humilde... Los éxitos te mantienen en crecimiento... Pero solo Dios te mantiene andando..."


El Hacedor de lluvia.

CarlJung, principal seguidor de Sigmund Freud en el campo del psicoanalisis, solía hablar del poder de los milagros a traves de la siguiente historia:
Cierto pueblo sufrió durante cinco años consecutivos una terrible sequía. A pesar de que la comunidad solicitó en varias ocasiones los servicios de famosos hacedores de lluvia, ninguno logró solucionar el problema. En un último y desesperado intento, los ciudadanos del pueblo decidieron pedir ayuda a un famoso Hacedor de lluvia de un lejano país. Cuando este llegó al pueblo, alzo su tienda de campaña, entro en ella y desapareció durante cuatro días. Al quinto día, la anhelada lluvia empezó, a caer con abundancia regando la tierra agotada por la sequía. Sin dar credito a sus ojos, los habitantes del pueblo preguntaron al Hacedor de lluvia como había logrado obrar semejante milagro.
--El merito no es mio --replicó el Hacedor modestamente-. Yo no he hecho nada.
Ante aquella desconcertante respuesta, la gente del pueblo exclamó:
Es imposible! Cuatro días despues de tu llegada empezó a llover.
-Lo primero que advertí al llegar --explico el Hacedor--
es que vuestro pueblo no vivía en armonía con el cielo.
Tras Armonizar mi ser con el poder Divino durante
Cuatro días el Cielo os obsequió con su agua de lluvia
AUTOR DESCONOCIDO.

sábado, 3 de julio de 2010

Ver con el corazón, nos ayuda a abrir puertas.



Hoy vamos a comenzar nuestro programa conLas tres puertas”.
Una historia que nos invita a contemplar los hechos con paciencia para poder descifrar los mensajes que están escritos en cada circunstancia… Porque en cada experiencia hay mensajes que están claramente puestos a la vista de nuestros ojos… Pero también hay otros que para percibirlos hay que encender la luz que nace desde adentro para codificar aquello que es invisible y que no podemos ver…

Es que si queremos abrir las puertas que nos conducen “hacia adelante”, si nos proponemos traspasar esas puertas que nos permiten proyectar en pos de poder acariciar esos logros que tanto deseamos, habrá que tener la intención de conocer el significado de los acontecimientos, esos sucesos que nos van marcando como personas y nos hacen crecer en sabiduría…

E inmediatamente, nos damos cuenta de la importancia que tiene el tiempo en todo esto. Si, porque para dar lectura a esos mensajes que trascienden las palabras se requiere de tiempo… Para pensar, para reflexionar. El tiempo que tantas pero tantas veces nos negamos, en esta casi inconciente manera de vivir de prisa, de vivir estando siempre apurados…

Es que vamos tan rápido… Tan rápido… Que no podemos ver con claridad. La nebulosa que nos genera la velocidad nos hace perder de vista tantas cosas importantes que tenemos a nuestro lado, tantas personas que significan tanto para nosotros y pasan desapercibidas… Tantos logros podrían ser una realidad hoy y que, desafortunadamente no se concretan por tener la mirada puesta en otro lado, o mirar solo hacia el futuro…

Tantos lamentos en vano por no poder abrir esas puertas que nos conducen hacia adelante sin poder apreciar lo que tenemos hoy o lo que es peor sin poder advertir quienes somos, por no saber o no querer comprender… Pero… Si paramos… Si nos detenemos aunque sea por un instante a pensar… Si nos signamos un momento para reflexionar vamos a poder encender la luz del corazón que codifica fácilmente todos los mensajes… Los explícitos y los implícitos…

Y descubriremos todo lo que sabemos… Y nos asombraremos con todo lo vivido… Y desaparecerá la nebulosa que nos hacía borroso el camino… Y podremos acariciar la satisfacción del que ama lo que hace y se reconforta de ser quien es… Y se abrirán otras puertas ya sin dificultades… Y hasta quizás, en un instante nos daremos cuenta de que no es necesario seguir investigando –al menos por un tiempo- porque aquí estaba lo que buscábamos…

Y será entonces que habremos encontrado la manera de vivir apasionadamente con el corazón puesto en cada cosa, otorgándole intensidad a cada momento y a cada instante… Ya sin prisa ni apuros y dándonos el tiempo necesario y justo de conocer y analizar el pasado para vivir el presente de tal forma que se abran solas las puertas del futuro…


Las tres puertas.



A un niño le dijeron que al pasar por tres puertas podría salvar a su madre, que estaba muy enferma. En su inocencia, el niño lo creyó plenamente y se enfrentó con la primera puerta. En la primera puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que son puros e inocentes en su corazón pueden pasar por esta puerta." El niño no tuvo ningún problema en abrirla.

En la segunda puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que tienen amor profundo por todos los seres podrán pasar por esta puerta." El niño se confundió un poco; tenía mucho amor por su mamá y su perrito, pero no estaba seguro con relación al restante.

De todas formas, decidió arriesgar y no lo pudo. La puerta no se abría.
Salió desilusionado y empezó a pensar que podría hacer. En esto, pasó un niño cuya piel tenía otro color. En otra ocasión, el niño ser reiría del otro, pero ahora no. Lo miró en los ojos y lo saludó. Unos niños aparecieron y trataron de burlarse del color de piel, pero el niño lo defendió. Y durante todo el día, demostró su amor por los otros, de una forma u otra.

Cuando sintió que había cumplido con eso, fue a su casa, saludó a su mamá - que estaba peor, la pobrecita - y volvió a atravesar las puertas. Nuevamente con la primera no tuvo problemas. Y ahora la segunda se le abrió fácil.

En la tercera puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que tienen un conocimiento profundo de todas las cosas podrán pasar por esta puerta." El niño empezó a llorar; todavía no entraba en la escuela y le faltaban muchos años para realmente saber todo. Ni siquiera se arriesgó. La puerta no se abriría.

Salió desilusionado e iba a regresar a su casa cuando se encontró con un mendigo. Normalmente, huiría de él, pero como se había comprometido a amar a todos, se acercó y le preguntó si se le ofrecía algo. El mendigo pidió por dinero, cosa que el niño no tenía, pero este se ofreció a lavar la camisa que el mendigo la tenía puesta.

Fue y la lavó con todo el cuidado. Mientras secaba, el mendigo comía un poco del poco que les había sobrado del almuerzo y empezaron a conversar.

Conmovido con la historia del niño, el mendigo le preguntó: "Dices que no sabes nada; sin embargo, sabes ¿quién eres?""Sí, lo sé.""¿Sabes quien es tu madre?""Sí, lo sé.""¿Sabes donde es tu hogar?""Sí, lo sé.""Bueno, ahora solo tiene que saber lo mismo, pero de forma ilimitada. ¿Quién eres, más allá de tu cuerpo físico? ¿Quién es tu madre ilimitada, aquella que siempre estará dando para sin condiciones y que nunca se enferma? ¿Dónde está el hogar de aquel que realmente eres?"

Las preguntas eran bastante complicadas, pero el niño tuvo una idea brillante. Y fue corriendo a abrir las tres puertas.

En la primera puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que son puros e inocentes en su corazón pueden pasar por esta puerta." Entonces el niño entendió que era un ser puro, algo más allá de su propio cuerpo. Una luz, como la mamá le había enseñado.

En la segunda puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que tienen amor profundo por todos los seres podrán pasar por esta puerta." El único ser que realmente tiene amor profundo por todos tiene que ser Dios, al menos la mamá le había enseñado esto. Así que Dios debe ser la madre de todos los seres humanos, aquella que nunca se enferma.

En la tercera puerta, había un mensaje que decía: "Solamente aquellos que tienen un conocimiento profundo de todas las cosas podrán pasar por esta puerta." Si el niño es un ser no físico y Dios es su madre, por lo tanto, el niño debe ser parecido con Dios. Así que pensó que Dios debe tener un hogar, donde vive y donde un día el mismo niño vivió. Ahora, el niño domina las respuestas a las tres preguntas. Y, fascinado, abre la puerta con mucha facilidad.

Detrás de la puerta, había una cajita con unas botellitas. Todo estaba muy bien explicado.
Cuando ya se iba, miró la pared. Había varias fotos. En una de ellas, reconoció el extraño mendigo.

AUTOR DESCONOCIDO.